En el capítulo 43 de DB/GT: "Cell y Freezer regresan" (Versión Latina), Goku termina en las profundidades del infierno. Sumido en la oscuridad, encuentra a una niña de kimono amarillo rezando mientras apila una roca sobre otra:
"Si pongo una piedra, será en honor a mi madre
si pongo otra, es en honor a mi padre..."
Realmente me sorprendí al leer una escena muy similar en el libro "Mitología Japonesa" por M. Anesaki. Y aún más curioso fue encontrar el verso original, llamado "Jizo Wasan" entre sus páginas. Este himno es entonado por los padres que han perdido a un hijo con esperanzas de preservar su alma de todo peligro.
A continuación aparece el extracto del libro.
El fantasma que tenía un gran papel en el folclore era el que no era bastante bueno para ir al mundo celestial ni bastante malo para ser condenado a un castigo eterno. Un alma de esa clase, la que estaba en "chuu", o sea en los estados intermedios, hacia apariciones fantasmagóricas, a veces como una figura humana pero sin piernas y con una palidez cadavérica. Un fantasma se aparece a los seres vivos, con los que en vida ha tenido alguna relación, bien de amor, bien de odio, porque se siente atraído por tales seres por afecto o por el deseo de venganza. Estas apariciones son frecuentes en el folclore, pero son tan semejantes entre sí que no hay porque describirlas como casos separados.
Existe una historia bonita pero melancólica sobre la existencia "chuu" que trata de las almas de los niños muertos. Su morada es la desolada cuenca de un rio formada por grava y arena, llamada Sai-no-kawara, "cuenca del Rio de las ofrendas". Extraído del himno dedicado a Jizo, protector de la infancia.
En la Tierra gris pálido de Meido ("el Reino de la Penumbra"),
Al pie del monte Shidé ("Donde vagas después de la muerte"),
desde el reseco lecho del Rio de las Almas
se eleva el murmullo de voces,
el parloteo de voces infantiles,
los acentos lastimeros de la niñez.
Allí las almas de los niños muertos, privados del afecto amoroso de sus padres, vagan sin esperanza, añorando a sus parientes, aunque no se olvidan de jugar. Tallan piedras y grava con la forma de una pagoda budista y mientras juegan cantan con sus vocecitas infantiles.
Construyamos la primera Torre, y recemos
para que los dioses envíen bendiciones al Padre;
formemos la segunda Torre implorando
a los dioses que envíen bendiciones a la Madre;
elevemos la tercera Torre, rogando
por el Hermano y por la Hermana, y por los muertos queridos.
Luego acuden unos crueles demonios que destruyen las torretas y ahuyentan a las inocentes almas infantiles. Pero el compasivo dios Jizo viene a su rescate, resonando los aretes en los cayados de sus peregrinos. Entra en el arenoso lecho del río y allí donde pisa crecen flores de loto. Aleja a los demonios y consuela a los aterrados niños.
¡No temáis, mis queridos pequeños,
sois muy tiernos para estar aquí…
con una travesía tan larga desde Meido!
Yo seré Padre y Madre,
Padre y Madre y Compañero de juegos
de todos los niños de Meido!
Los acaricia con ternura, arropándolos con sus brillantes vestiduras,
levantando a los mas pequeños y frágiles
hasta su pecho, y sosteniendo
su cayado para que se apoyen en el los que tropiecen.
A sus largas mangas se agarran los infantes,
sonriendo en respuesta a la sonrisa del dios,
sonrisa que denota su beatifica compasión.
yo habia visto algo de esto en otros animes, almas construyendo esas torres con piedras, no tenia idea que acerca de que trataba.
ResponderEliminares un bonito mito japones. muy buena la info =)
saludos
Sr. Trunks 777, gracias por su cordial visita y comentario.
ResponderEliminarEn cuanto a la info, pues algo constructivo tenia que sacarse de GT. XD